Hemos tenido que asistir abochornados a la última campaña de un gobierno desnortado que con el lema “Sola y borracha quiero llegar a casa” quiere hacernos partícipes de no sé qué derechos de no sé qué mujeres que enarbolan una bandera de una pretendida libertad con la que nadie se identifica. Y esto en la misma semana que aprueba un Proyecto de Ley sobre Educación, uno más de siete anteriores en 40 años: LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LODE, LOE, LOMCE y LOMLOE. La simple enumeración ya es un comentario.
Un gobierno que saca ambas leyes en la misma semana nos está queriendo hacer llegar un mensaje: «todo vale»; la educación no es más que un instrumento ideológico en manos de unos y unas inconscientes que no saben las consecuencias que puede tener una manipulación sin sentido como esta. O lo que es peor, sí lo saben, pero no les importa destruir. ¿Puede ser este un proyecto de gobierno, de cualquier gobierno? Evidentemente, no.
Estamos pues ante una etapa muy grave de nuestra Historia reciente. Se ha instalado que el fin -por inconfesable que sea-, justifica los medios: perpetuarse en el poder al precio que sea destruyendo lo que sea necesario en el camino.
Y en ese proceso de destrucción, la principal, y más importante, que va a sufrir es la familia, precisamente la institución primordial que sustenta a toda la sociedad. Hoy, a través de la educación y el enfrentamiento entre sus actores (el primero de ellos, las familias), mañana atentando contra la vida de los mayores con leyes que regulan (¿?) la eutanasia, en medio con leyes que decretan los privilegios de minorías vociferantes en detrimento de una mayoría silenciosa e indefensa, y durante todo el proceso, alentando un enfrentamiento irreal y espurio entre hombres y mujeres.
¿Qué nos queda? Lo primero, denunciarlo. Lo segundo combatir este estado de cosas con los medios a nuestro alcance: la razón y la palabra y, en su caso, con las leyes que queden, que serán pocas.
De una cosa estamos seguros: es un momento histórico y la Historio les juzgará, y nos juzgará, según nuestro comportamiento ante tan graves acontecimientos.