Esta semana hemos podido oír el testimonio de Amparito Medina, que ha tenido mucha repercusión en aquellos (pocos) medios que aún resisten y no hacen oídos sordos a la defensa de la vida.
¿Y quién es Amparito Medina? Empecemos diciendo quién fue. Esta mujer, ecuatoriana, era una funcionaria de responsabilidad en una de las múltiples agencias de la ONU, concretamente el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), responsable de imponer en todo el mundo, pero con especial interés en los países en desarrollo, sus ideas sobre lo que es salud sexual y reproductiva (SSR). Ella, Amparito, tenía en concreto la misión de introducir los métodos anticonceptivos y el aborto en su país de origen. Mujer muy activa y convencida de “la causa”, se entregó sin descanso para “liberar a los jóvenes ecuatorianos de la carga que suponía una vieja concepción moral de las relaciones sexuales que atenazan a la mujer e impiden su expresión más libre”. Sólo para Ecuador, FNUAP dispuso de 70 millones de dólares para la consecución de sus fines. El principal objetivo era conseguir una legislación favorable al aborto. En el camino, se hicieron grandes campañas para el uso del preservativo, fomentar el adelanto de la edad en las relaciones sexuales y “descriminalizar” el aborto para que fuera considerado un derecho.
En definitiva, Amparito no hizo sino seguir el guion que se había seguido en otros 14 países hispanoamericanos con anterioridad.
Pero algo cambió en su interior. Se encontró un día analizando el resultado de sus campañas para imponer la SSR en su país. Y se encontró con que el número de enfermedades de transmisión sexual habían crecido de 5 (endémicas en su país) a 37 (¡!) la mayoría de ellas desconocidas por la Sanidad ecuatoriana. Se dio cuenta también, de que el mensaje que habían estado transmitiendo a su juventud, “sexo seguro”, era falso y muchas de las enfermedades, las más graves, se transmitían a pesar de los medios anticonceptivos usados. Y se dio cuenta de muchas cosas más, pero sobre todo de una: había estado engañando a sus jóvenes y el único beneficio obtenido había sido para las empresas farmacéuticas norteamericanas que les proporcionaban todos los materiales a un precio y ellos se encargaban de venderlos al gobierno ecuatoriano por hasta 10 veces el precio de origen. Y cuando digo “ellos” me refiero a FNUAP, la agencia de la ONU que era la verdaderamente beneficiada por estas campañas.
Así, después de pasar una enorme crisis por “lo que había hecho”, tomó la determinación de intentar repararlo con todas sus fuerzas, su conocimiento de la realidad de las agencias de la ONU, su conocimiento de las multinacionales farmacéuticas y su buen hacer. Y no solo en su país, sino en todos los países sudamericanos donde ha podido ir componiendo redes para hacer frente a las imposiciones de control de la población de la ONU.
Quizá sea casualidad, quizá no, pero en Ecuador la ley del aborto está contenida desde 2014 pese a los múltiples intentos por sacarla adelante.