La caída de población en España empieza a ser un tema preocupante que requiere una decisión muy seria en términos de pacto, y sobre todo, requiere que se haga lo más alejado posible de ideologías.
De todos es sabido que la familia siempre ha sido objeto de disputas ideológicas. Sin embargo, en un escenario como éste, marcado por la ausencia de relevo generacional, ha llegado el momento en el que los ciudadanos tomemos las riendas de nuestros destinos, tanto a nivel individual como colectivo, y pongamos en marcha medidas que palien el problema.
Desde el Foro de la Familia insistimos en que nuestra preocupación en este asunto no es sólo a nivel económico, sino también lo es en términos sociales.
¿Cómo será una sociedad en la que dentro de quince o veinte años haya una mayoría de personas con una edad superior a 50 años y donde los menores de 20 sean realmente una minoría?
Parece que la preocupación por el tema demográfico se ha convertido en un recurso permanente del que todos hablamos pero sobre el que ningún gobierno se decide a adoptar medidas.
Necesitamos políticas públicas muy serias y costosas; decisiones muy radicales, pactadas y necesariamente complejas. La situación actual no se puede solucionar de manera simple o sencilla. Lo primero que se requiere es tasar en qué medida estamos hablando o no de un reto o, simplemente, estamos ante una incidencia común.
Nuestro futuro está en juego.
La inmigración, muy al contrario de lo que algunos piensan, no resuelve problemas demográficos; resuelve problemas puntuales en términos económicos, pero no resuelve problemas demográficos. En 2002 la División de la Población de Naciones Unidas advertía: «…Para que Europa pudiera funcionar con una cierta solvencia necesita alrededor de 40 millones de inmigrantes para los años 2035-2040…». Igualmente afirmaba que si queríamos reponer la pirámide demográfica de Europa, necesitaríamos la inmigración de 675 millones de personas. Estamos hablando de predicciones, de proyecciones que en este momento son muy difíciles de tasar.
Es muy importante poner énfasis en que las simples ayudas económicas nunca darán lugar por sí solas a un repunte demográfico, porque cuando hablamos de demografía, en el fondo, estamos hablando de natalidad, de una natalidad autóctona que, de alguna forma, resuelva los problemas de la estructura de población que tenemos.
Para que esto se produzca también hemos de propiciar la emancipación juvenil antes de los 25 años. La emancipación es garantía básica de un incremento de la natalidad y, a poder ser, antes de los 25 años. Es decir, el primer hijo o hija tiene que nacer antes de los 30 años en el caso de los matrimonios jóvenes.
También es fundamental tomar medidas para erradicar la persistencia de desigualdades entre hombres y mujeres. Esto contribuirá de manera notable a disminuir la dificultad para conciliar la vida familiar y laboral.
Ante esta situación, el Foro de la Familia plantea adoptar medidas flexibles, rápidas, de evaluación permanente y en continua revisión, ya que las políticas que adoptemos hoy en términos demográficos, tendrán su efecto dentro de treinta años. Las decisiones en el ámbito demográfico son siempre a muy largo plazo.
Desde el Foro de la Familia planteamos una estrategia de inversión en familia y en infancia que responda a 3 elementos:
- Adaptación de las políticas de familia e infancia al paradigma de la inversión social.
- Erradicar los obstáculos que impiden que las personas tengan el número de hijos e hijas que desean.
- Prevenir la pobreza y la reproducción de la desigualdad.
España debe trabajar incansablemente en esta tarea, avanzando y resolviendo firmemente sus problemas. Es necesario un respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo el cambio tan justificado, trascendente e indispensable que haga de España un país con futuro. Pero no olvidemos que el gobierno, por sí solo, no nos dará el triunfo. El triunfo está en nuestro trabajo, en nuestro esfuerzo y en nuestra dedicación.