Mucho se está hablando últimamente sobre un pacto en educación. Efectivamente, urge y hay una demanda social sobre una alianza educativa tal y como la plantea el profesor Oscar González desde su perfil en Twitter @AEducativa: “la Alianza Educativa es un proyecto que pretende mejorar las relaciones entre las familias y la escuela”.
Mucho me temo, y la mayoría somos conscientes de ello, que ese compromiso social sólo se pueda lograr tras una tercera transición. Me explico. La primera transición fue el consenso de la redacción de la Constitución del 78; la segunda fue la alternancia política; y la tercera, la que hemos pedido los españoles dos veces consecutivas en las urnas, un acuerdo de gobierno entre los dos grandes partidos políticos. Si se alcanzara esta premisa, el pacto educativo como alianza de toda la sociedad a favor de la escuela tendría visos de posibilidad y de perdurar en el tiempo.
Pero no olvidemos algo que Oscar González repite continuamente en los post que escribe en su blog “Escuela de padres con talento”, la alianza primera es entre la familia y la escuela. Esto es algo que la Administración Pública, las patronales de la enseñanza, los sindicatos del ámbito educativo han de tener muy presentes y comprender que los primeros responsables de la educación somos los padres.
Sin embargo, no cabe duda que la Organización del Sistema Educativo es cuestión política y del legislativo. Pero la elección del centro educativo no deberá ser nunca una concesión administrativa, sino un derecho de los padres. Este derecho, como ya lo he indicado en otros post, es una prerrogativa reconocida en diversas declaraciones de la ONU, en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE y en la Constitución del 78.
Si el legislador establece la escolarización de los hijos entre los 6 y los 16 años de forma obligatoria, esta exigencia se llevará a cabo mediante la libre elección de colegio. Es más, si hay imposición legal, la escolarización en las etapas obligatorias ha de ser libre y siempre gratuita, sea cual sea el colegio elegido. Esta es la base del consenso. Sin respeto a este principio básico y original, los demás se caen y tiran por tierra cualquier alianza, pacto o acuerdo. Si no se cuenta con la familia, la educación no será otra cosa que adoctrinamiento del poder político e intromisión de la Administración Pública en la vida familiar.
Y es más, la investigación en pedagogía educativa [1] reconoce que cuando las familias se integran y colaboran con la escuela en la que están escolarizados sus hijos, el resultado educativo, en todos sus ámbitos -humano, social y académico-, es un éxito. Entiendo éxito como el logro individual de las metas personales conforme a unas capacidades, a unos deseos personales y a un compromiso social.
Así, pues, la alianza y el pacto educativo son posibles. Ahora bien, los primeros que han de dar ejemplo son los responsables políticos elegidos para legislar y designar gobierno para los próximos cuatro años.
Notas:
Artículo de José Javier Rodríguez en Tribuna de Salamanca.