Hace años, acudía a una oficina bancaria una chica operada de histerectomía y el director, extrañado por su prolongada ausencia e informado de la operación, salió a saludarla y con cara de preocupación le preguntó: “¿Te han vaciado?”, a lo que la chica ofendida respondió: “No, me han dejado el cerebro”. La chica se sintió por un momento agredida porque alguien pudiera pensar que el intelecto le había desaparecido con el útero.
La paradoja de todo esto es la deriva que hemos experimentado en unos pocos de años: de pensar en el útero como un valioso órgano de vida, a considerar que se puede convertir en una rémora para realización de la mujer en el plano del crecimiento personal e intelectual. ¿Por qué la maternidad se ha vuelto el enemigo?.¿Por qué nos insisten en que formar una familia no es un plan de vida válido?. ¿Somos libres cuando servimos al jefe y esclavas cuando colaboramos con nuestros maridos?.¿En base a qué fines se está intentando castrar el instinto maternal?.
Resulta paradójico que se quiera castrar el instinto maternal a la vez que se celebra a bombo y platillo el Día de la Madre. Miles de anuncios de colonias y cantidades industriales de enseres que nos ofertan imprescindibles para una madre que se precie. El comercio sí que ha sabido rentabilizar estas fiestas en esta sociedad donde se ha mercantilizado todo lo bello: vendemos puestas del sol junto con bellas y tiernas imágenes de madres arrullando a sus hijos como un fin en sí mismo. Ahí empieza y termina este día. ¿Eso era todo?. Pero ¿qué sentido tienen estas fiestas si no es celebrar la vida.? Esa misma vida tan denostada hoy en día que no celebra las imágenes de nuestras madres ancianas y enfermas que nunca dejaron de ser madres y siguen acogiéndonos bajo la sombra de sus brazos amorosos.
Una vez, le pregunté a un empresario (esos empresarios que parecen haber nacido de un repollo) que si en igualdad de condiciones, contrataría a un hombre o a una mujer. Obvio lo que me contestó porque la mujer-madre carga con el mantra del absentismo laboral y algunos ven a la mujer-madre, como una amenaza a la productividad, y no digo que no sea cierto, pero ahí es donde tiene que entrar un Estado con una buena política de ayuda a la maternidad.
La sociedad tiene la responsabilidad de garantizar que las madres puedan disfrutar de sus bajas sin que por ello sean menospreciadas y tachadas de algo así como poco ricas intelectualmente hablando. Estamos a la cola en ayudas a la maternidad y no se está saldando la deuda que la sociedad tiene con las mujeres que corren con las molestias físicas y psíquicas que supone un embarazo. La desigualdad efectiva no se da entre hombre y mujeres, sino entre hombres y madres.
La Constitución española recoge en su artículo 39 la obligación de los poderes públicos de asegurar la protección integral de las madres por lo que la falta de apoyo a las mujeres embarazadas en dificultades o ante un embarazo imprevisto constituye un atentado a la igualdad y a la libertad de la mujer. La falta de apoyo a las mujeres embarazadas en dificultades o ante un embarazo imprevisto constituye un atentado a la igualdad y a la libertad de la mujer, que infringe lo establecido en el artículo 9.2 de la Constitución. Les recuerdo a lospolíticos la frase de J. Walters: “El liderazgo es una oportunidad de servir, no de lucirse”.
A los chamanes del progreso les decimos las mujeres-madres:
No es progreso querer maternizar al padre o paternizar a la madre.
Tampoco es progreso hacer renunciar a la mujer a su poder más singular y más propio negándose a sí misma y a su esencia.
“La maternidad es el poder más específico de lo femenino. La maternidad es esa situación increíble y original donde una persona deja espacio a otra en su propio cuerpo, hasta la deformación.” Fabrice Hadjadj
Feministas, la maternidad es la verdadera resistencia y es lo que se escapa al poder patriarcal y fálico, es lo que hace depender al hombre de la mujer por la posibilidad que tiene de abrir un futuro.
Tenemos que recuperar la verdad de las palabras y darle su verdadero sentido. “Madre” con todos sus infinitos matices. No estamos celebrando la negación de nosotras mismas, sino el don de la vida.
Hay que celebrar la maternidad porque es modelo de generosidad y de esperanza. Ya seamos médicas, enfermeras, ingenieras o nos hayamos quedado en casa cuidando a nuestros hijos, cuidadoras, úteros de madres donde caben todos, brazos que cobijan, que no nos quiten lo específicamente nuestro. Celebremos la vida. Sembremos el futuro.
Vicky Blasco