Somos incómodos para quienes tienen interés en transformar la sociedad en una masa acrítica que asuma como propias las modas ideológicas del momento (tras las que se esconden los beneficios económicos o electorales para sus impulsores).
Esas modas a las que me refiero pasan ahora por el desarraigo de lo heredado, independientemente de que lo heredado sea bueno o no. La cultura, la tradición, el humanismo sobre el que descansábamos. Y, en lo concreto, la Familia. Por ser la principal institución que se encarga de transmitir dicha herencia a los hijos, dentro de su responsabilidad y derecho de criar y educar a los hijos.
Se manifiesta en la sustitución de la sexualidad bien integrada en la persona por el género “autoconstruido”, en la sustitución del respeto y cuidado a la vida humana por la promoción de falsos derechos consistentes en acabar con ella, en la sustitución del matrimonio por el individualismo a lomos de la lucha contra el “heteropatriarcado”, en la sustitución de los derechos de los hijos por la satisfacción de los deseos de los adultos, en la sustitución de la patria potestad por la imposición de la “ética estatal” que cada gobierno quiera, y en tantas otras sustituciones de realidades merecedoras de protección por sucedáneos ideológicos infundados.
Siempre con una característica en común: la imposición. En una sociedad libre, sólo impone quien no es capaz de convencer con argumentos. El problema está en que no hay argumentos que sustenten sus objetivos con los que convencer a nadie, más allá de los beneficios en euros o en votos a los que me refería antes. Sólo queda la imposición, y en ello están.
Se avecinan años en los que el Foro de la Familia será más necesario que nunca, precisamente para proponer argumentos frente a tantos ataques a la Familia, la Vida y la Libertad, siempre desde el respeto y la razón razonada. Somos incómodos. A la imposición ideológica beligerante no le gusta la proposición razonada y serena. Al gobierno no le gustamos. Y así nos lo han hecho saber claramente, retirándonos sin justificación la única subvención que recibíamos desde el año 2003.
Algo estamos haciendo bien cuando nos quieren callar a toda costa. Una evidencia más de que vamos por el buen camino, puesto que la resistencia tiene más razón de ser aún cuando pretende ser eliminada por tierra, mar y aire.
No nos callan, sino todo lo contrario. Y nunca nos callarán. La verdad, la belleza, todo lo que merece la pena, en definitiva, no necesita más que ser mostrada para ser admirada. Ayúdanos a seguir señalándola, ahora más que nunca, cuando los esfuerzos por ocultarla se redoblan.
Sigamos hablando bien de las cosas buenas.
Javier Rodríguez
Director general del Foro de la Familia