Adicciones sin sustancia

por | Jul 4, 2024 | Destacadas, Educación, Familia

Fundación Aprender a Mirar

Las vacaciones de verano son una oportunidad, pero también pueden ser un problema para las familias. Se acaba el orden que marcan las clases, los deberes y las extraescolares. Los horarios se trastocan y se multiplica el tiempo de ocio de nuestros hijos, mientras nosotros debemos seguir en el trabajo. Así, en no pocas ocasiones y a falta de alternativas y de una posible supervisión adulta o, incluso, con nuestro conocimiento y consentimiento (aunque sea a nuestro pesar), las pantallas se convierten en el refugio de niños, niñas y jóvenes que buscan pasar el rato.

Son bien conocidos los riesgos que entraña el abuso de los dispositivos tecnológicos. Ya sea en los videojuegos, las redes sociales, las aplicaciones de mensajería instantánea o las diversas actividades digitales al alcance de cualquiera, una sobre exposición en edades tempranas amplía las posibilidades de tener, en un futuro, una relación complicada con el juego, con las relaciones o con el autoconocimiento. Cuando se instala este hábito, la persona se predispone a la adicción y puede trastocar el sistema de recompensa, el autocontrol y la autoestima.

El primer paso: observar

Si detectamos que, en nuestro entorno familiar, las actividades tecnológicas ocupan más protagonismo del necesario y queremos remediarlo, lo primero que hay que hacer es observar. ¿Cómo diferenciar el uso abusivo de la adicción? El abuso, aunque no sea considerado un trastorno médico, se manifiesta en hábitos de conducta que, en principio, parecen inofensivos pero que desembocan en una interferencia en la vida cotidiana de las personas. Por ejemplo: baja del rendimiento escolar, falta de concentración, trastorno del sueño, cambios de humor, etc.

En nuestro proceso de observación valoraremos si, además del exceso de tiempo, nuestro hijo o nuestra hija se está aislando a nivel social o familiar, si le cuesta comunicarse o expresar sus emociones, si evita hacer otras actividades, si cambian sus hábitos de sueño o si son frecuentes los episodios de irritabilidad, frustración o tristeza.

A veces, en la adolescencia es complicado descubrir si los cambios de humor se deben a la etapa vital que están atravesando o a componentes externos como las pantallas. No obstante, como padres, podemos y debemos asegurarnos de que los dispositivos no son el detonante o la causa de su montaña rusa emocional. Ponerles a prueba, retirando o mesurando su uso, nos dará luces.

Si la observación nos lleva a descubrir que estamos ante un caso de adicción, es decir, si es un hecho que nuestro hijo o hija ya se ha aislado, no participa en los planes o rutinas familiares (como la cena, por ejemplo), pasa noches sin dormir y nada le motiva o apetece más allá de su pantalla, es el momento de ponerse en manos de profesionales. Una adicción siempre viene asociada a otros factores que hay que tratar, como la soledad, la falta de autoestima o la gestión emocional.

Adelantarnos

Sin embargo, antes de llegar a la adicción, podemos actuar. ¿Cómo? Si nuestros hijos están en la franja infantil o preadolescente, nosotros, los adultos, hemos de recuperar las riendas, ser educadores responsables y no tener miedo a ejercer la autoridad. Los ejes son fijar horarios y proponer alternativas para que las pantallas no interfieran en la evolución natural y sana del cerebro infantil. Este webinar con dos profesionales de la neuropsicología infantil puede ayudar.

En el caso de los adolescentes, se proponen tres pasos: conversación, toma de decisiones y plan de actuación. La conversación es vital para iniciar el proceso de reconversión. Hablar con ellos y reconocer que existe un problema, sin enfados y sin recriminaciones. Resulta muy positivo hacer una lista de cosas que han dejado de hacer, de cómo se sienten, de los motivos por los que se conectan, etc. Todas estas cuestiones se pueden gestionar con los adolescentes para que sean ellos mismos los que lleguen a la conclusión que buscamos.

Decisiones que hay que tomar

Cuando se ha reconocido el problema, llega el momento de la toma de decisiones. A veces, cortar de raíz es el método más eficaz. Hay que estar preparados para pasar unos días complicados y momentos de tensión, pero no hay nada que dure para siempre y los efectos de “el síndrome de abstinencia” desaparecen con el tiempo.

En el plan de actuación, especialmente durante los primeros días, hay que buscar alternativas que motiven y atraigan al adolescente. Por eso es importante contar con su opinión y su colaboración. 

Durante todo este proceso, en nuestro papel como madres, padres o educadores es fundamental hacer acopio de paciencia, valentía y comprensión. En la mayoría de los casos hemos sido precisamente nosotros quienes hemos abierto la puerta de la tecnología antes de tiempo o sin la supervisión o restricciones necesarias. Esta entrevista al Dr. Francisco Villar  es un recurso para motivarnos y que nos ofrece una visión en positivo de la educación y de nuestra gran responsabilidad.

 

¡Feliz verano! 

 

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