“Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean tiempos fáciles, los tiempos fáciles crean hombres débiles y los hombres débiles crean tiempos difíciles”. La célebre frase es del escritor estadounidense G. Michael Hopf.
Termina un año difícil, sin duda. Pero lo que lo ha hecho complicado no entiende de calendarios y, lamentablemente, no termina con el 2021. No cabe duda de que estamos en la última etapa del ciclo descrito por Hopf: “los hombres débiles crean tiempos difíciles”. La buena noticia, y eso es justo lo que pedimos para el año que empieza, es que de estos tiempos ya empiece a surgir una sociedad fuerte que trabaje por la prosperidad.
Está claro que, de la mediocridad, la ideología destructiva y la soberbia partidista -en definitiva, de los hombres débiles- no nacerá ningún cambio a mejor, sino que, en todo caso, seguiremos recogiendo los marchitos frutos de lo que han sembrado: eutanasia, aborto, censura, abandono a las madres embarazadas, politización de la educación de nuestros hijos, ahogamiento a las familias, persecución a la libertad de conciencia, aumento de la crisis demográfica, etc.
En cuanto al panorama político en España, por tanto, termina un año nefasto para todas y cada una de las familias de nuestro país. Nada nos queda por hacer salvo seguir proponiendo medidas respetuosas con la vida y dignidad humanas, con las necesidades reales de las familias españolas (en materia de impuestos, de vivienda, de conciliación, de educación, de asignación de recursos para madres en situación de vulnerabilidad, etc.), exigiendo el abandono total de ideologías nocivas para el individuo y para la sociedad y la inmediata puesta en marcha de un trabajo por parte del gobierno atendiendo a lo que debería ser: el servicio al Bien Común de sus representados y financiadores, es decir, de cada uno de nosotros.
Afortunadamente, no todo es política. La realidad -ya muy lejos de aquella- nos ha dejado un año marcado por situaciones adversas -la continuación de la pandemia, grandes heladas, erupción de volcanes…- en las que, como siempre, ha resurgido lo mejor de nosotros mismos como sociedad, ha resurgido una vez más la Familia como gran bastión ante las crisis, como pilar básico del buen funcionamiento de todas las cosas, como cuna de esos hombres fuertes que se forjan en tiempos difíciles.
La Historia demuestra que la familia es una institución que está más acostumbrada a dar que a recibir. Es más propio de su naturaleza el aceptar lo que venga que el pedir nada a cambio de lo mucho que aporta. Si en estos tiempos difíciles la voz de las familias se hace sentir es porque se ha llegado a un punto en el que sus legítimas aspiraciones, que no son otras que la justicia, el buen trato y la verdad, se han visto sofocadas por unas leyes que parecen quererla excluir de su papel como cimiento de la sociedad y de la convivencia.
Sabiendo que los tiempos no están para peticiones que supongan más sacrificios que los ya esperados, bastaría con que se volviera a legislar con perspectiva de familia, es decir, que cada una de las leyes que lleguen a aprobarse se pasen por un tamiz que deje pasar lo que beneficia o al menos no perjudica a las familias e impida que sigan adelante disposiciones que atacan la esencia de la familia, la legítima libertad de los padres para educar a sus hijos, desenfocan el vínculo matrimonial y facilitan la ruptura y el desencuentro entre sus miembros.
La solidaridad, el sacrificio, el respeto, la igualdad, el trabajo bien hecho, el amor incondicional, la unidad y la capacidad de superación son todos valores que se aprenden en la Familia y que, desde la Familia, se expanden al conjunto de la sociedad, que no es otra cosa que el conjunto de familias. Por eso, pedimos para este año manifestar cariño por la familia, tratarla con respeto, sin alentar la ceremonia de la confusión que hoy existe con otras formas de convivencia que no hacen familia, propiciando el diálogo y la comunicación fluida y leal con las asociaciones familiares.
En lo que respecta al panorama asociativo en defensa de la Familia y de la Vida, este año que termina hemos crecido en unidad y en capacidad de organización y movilización, prueba de ello es el éxito de la concentración Cada Vida Importa el pasado noviembre y el trabajo de la Asamblea de asociaciones por la Vida, la Libertad y la Dignidad. Es alentador vislumbrar un futuro muy cercano marcado por un cambio de rumbo a mejor, con cada vez más jóvenes comprometidos con las causas que merecen la pena y que trascienden a cualquier ideología, como lo son la Vida, la Familia y la Libertad.
Por todo ello, terminamos un año difícil, en el que de la política nada bueno surgió para las familias y para las personas más vulnerables -no nacidos, enfermos, familias sin recursos, madres embarazadas sin ayudas- y en el que la realidad nos hizo crecer y volver a comprobar la enorme importancia y eficacia de la institución familiar. Comienza un año marcado por la esperanza de un presente y futuro mejor, donde los tiempos difíciles que atravesamos van dejando atrás a los hombres débiles que los provocaron. Comienza el tiempo de una sociedad fuerte. Feliz 2022.
2021 difícil, 2022 fuerte.