El juego conjunto de los intereses de la industria farmacéutica -productora y comercializadora de anticonceptivos-, y de los políticos obsesionados con el control de la población y la difusión de una sexualidad irresponsable, está creando situaciones de objetivo riesgo para la salud de muchas mujeres. Así lo acreditan noticias que saltan a los medios de comunicación desde distintos países sobre prohibiciones de determinadas píldoras o reconsideración de la autorización de determinados anticonceptivos.
En nuestro mundo existe un silencio interesado y cómplice sobre los riesgos, para cada usuaria en particular y para la humanidad en general, del fenómeno contemporáneo de la normalización de la anticoncepción, parte fundamental de la cultura de la muerte que caracteriza a nuestra época.
Defender la vida en nuestros días no sólo implica la lucha contra prácticas como el aborto y la eutanasia sino que también exige denunciar esta conspiración de silencio sobre la mentalidad anticonceptiva, difundida y sustentada por fuertes intereses económicos y políticos, que genera actitudes vitales de rechazo a la vida que se interiorizan por muchísimas personas modulando su vida, su conducta y su salud durante muy largos periodos de tiempo con graves consecuencias para su salud, para la ética y para los equilibrios demográficos naturales.