Los corsés de la mal llamada corrección política aprietan cada vez más ámbitos, más temas de conversación y más materias susceptibles de opinión. Las ideologías dominantes de moda abarcan cada vez más esferas de la vida pública y privada, avanzando en gran medida gracias al miedo a expresarse libremente, al silencio autoimpuesto para evitar caer en malinterpretaciones, en linchamientos en redes sociales, en ser etiquetados de loqueseáfobos.
El lenguaje es el vehículo del pensamiento, por eso, como bien argumentaba J.B. Peterson, cuando te imponen una determinada forma de hablar, de expresarte, te están imponiendo en realidad una forma de pensar. Las nuevas tecnologías nos ofrecen una inmensa mayoría de oportunidades positivas, pero también sirven de guarida para auténticas manadas de fanáticos de la censura que, al amparo del anonimato, están deseando encontrar opiniones libres para dar rienda suelta a sus deseos de discriminar.
El panorama en el cara a cara es bien distinto, sin embargo. Expresar la propia opinión en el marco de una conversación es, de hecho, factor esencial para el enriquecimiento de la propia conversación. Escuchar distintos puntos de vista y descubrir diversas interpretaciones, así como aportar los propios, es uno de los factores clave para que tenga lugar cualquier diálogo. Además, expresándonos en palabras ponemos también orden en nuestras ideas, hablar ayuda de manera fundamental a configurar las propias opiniones.
El silencio por miedo tiene consecuencias negativas, en primer lugar, para la persona que no expresa su opinión, ya que es un lastre, como hemos visto, para la configuración de su propio pensamiento, así como para su propio desarrollo personal, al fomentar actitudes que minan la seguridad en uno mismo y la autoestima. Pero también ese miedo tiene consecuencias negativas para todo el conjunto de la sociedad, al no ofrecer resistencia a todas esas ideologías de las que emana la censura y la discriminación por razón de opinión.
Hablemos sin miedo. Siempre que se presente la oportunidad -y, si no se presenta, siempre que podamos generarla-, aprovechemos para expresarnos en libertad, en el cara a cara y también en las plataformas digitales. Nunca ha sido tan fácil formar parte de una revolución: basta con decir lo que piensas sin miedo. Empecemos por ahí. La Familia, la Vida, la Libertad de Educación y tantas otras causas nobles que hoy son atacadas y perseguidas desde distintos frentes están esperando que las defiendas en tu ambiente, en tu día a día, en tu perfil de redes sociales. Ayudemos a todo lo que merece la pena a ser redescubierto. Sin miedo.
Javier Rodríguez
Director General Foro de la Familia