Esta semana hemos conocido la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia a los sanitarios que han luchado contra la epidemia del coronavirus. Desde el Foro de la Familia, enviamos nuestra felicitación a todos ellos y los animamos a seguir con la lucha contra el virus y paliando sus efectos.
Junto con ellos, hay muchos más profesionales que, de forma callada, también han estado a la altura de los gravísimos acontecimientos. No es cuestión de nombrarlos a todos porque todos están en nuestros corazones.
Sin embargo, hay una ausencia en estos reconocimientos que no solo llama la atención, sino que clama justicia. Este “actor”, como ahora se dice, no es otra que la familia.
La familia lo ha soportado, y lo sigue soportando, todo: el temor ante la posible infección de alguno de sus miembros, el traer el sustento a casa jugándose literalmente la vida, la incertidumbre por la pérdida del empleo aunque sea temporal, el trabajo en el hogar de los cónyuges con horarios infernales no reconocidos, la atención a los hijos en sus tareas escolares, el aprendizaje acelerado de nuevas tecnologías para hacerlas posible, el mantenimiento de la alegría y los juegos de los más pequeños, la distancia con los seres queridos que además, en demasiados casos, ha acabado en tragedia, la imposibilidad de las despedidas, la negación del abrazo, el aumento de los gastos, la ausencia de medios apropiados para su protección, el confinamiento que en muchos casos ha sido aislamiento, las informaciones contradictorias que impedían tomar decisiones de salud… y así podíamos seguir durante días.
La gran olvidada
Pero la familia, la de verdad, la que funciona, tiene un enorme problema: no se queja, no se vende, está callada, todo lo sufre, todo lo aguanta. Sólo requiere un poco de cariño por parte de los que nos gobiernan que también le ha sido negado. ¿Existe otra institución o “colectivo”, como tan desafortunadamente se dice ahora, que merezca un reconocimiento público con más justicia que la familia?
A nuestro juicio, no. Otra vez, la gran olvidada. Y ya son demasiadas veces.
Pensamos que no es casual. Lo venimos denunciando durante años. Existe una clara ofensiva para acabar con la familia por medio de su desnaturalización, de atacar la patria potestad, de criminalizar a los padres por el hecho de serlo, atacar la maternidad y con ella la natalidad y el equilibrio demográfico, atacar el derecho a educar de los padres, asfixiar a las asociaciones familiares, legislar sin ella y en muchos casos contra ella… Nada de esto puede ser casual.
Nada casual
Con Chesterton podemos decir que “los que atacan a la familia no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen”.
Todo ello nos va a pasar una factura inmensa, no solo económica, porque no hay dinero suficiente en el mundo para suplir lo que hace la familia, sino moral, porque sin el pilar fundamental que es la familia, todo lo demás caerá como castillo de naipes. Incluidos los que quieren su destrucción.
No será porque no lo venimos advirtiendo.
Por cierto, ¿para cuándo el premio Princesa de Asturias de la Concordia para la familia?