Trabajaron toda su vida por sacar adelante a su familia, por legar a sus hijos (a nosotros) un mundo mejor. Transmitieron con su ejemplo, con su sudor, los valores del esfuerzo, del sacrificio, del respeto, de la familia. Construyeron las bases de nuestra sociedad. Ahora, esta sociedad les vuelve la espalda.
La pandemia del coronavirus se ha cebado especialmente con los mayores. Porque han sido los más vulnerables a él, los que más lo han sufrido, los que más han fallecido por su causa.
Pero en realidad, el COVID19 ha puesto de manifiesto la cara de nuestra sociedad actual. Miles de ancianos han perdido la vida solos, en las residencias, sin que las familias hayan podido siquiera despedirse, abandonados por unos poderes públicos que siguen preparando la Ley de Eutanasia a la carrera mientras las cifras de muertes en España se disparaban día a día, y eso que las cifras oficiales ‘olvidaron’ a miles de fallecidos en las residencias.
La tragedia de tantas familias debería hacernos reflexionar. Los mayores, los abuelos, no son sólo cuidadores. Ahora que el riesgo de que nuestros pequeños contagien a nuestros hijos hace necesario ser prudentes y complica la actividad de los abuelos como canguros, es el momento de redescubrir el valor de nuestros mayores. Defendámoslos. Es el momento de decir «No» a la Ley de Eutanasia, reclamando mejores cuidados paliativos. De recordar al Gobierno que hay viudas, esas mujeres que se dejaron la vida criando a los niños -a nosotros- mientras los maridos trabajaban, que han sido excluidas del ingreso mínimo vital a pesar de que apenas ganan 400 euros al mes.
Si no se les escucha, démosles voz. Seamos agradecidos, seamos justos. Trabajemos para que un funeral no sea el único (y tardío) homenaje que les hacemos.