En 1973, la banda de rock estadounidense Lynyrd Skynyrd lanzó su famosa canción Sweet Home Alabama. Ese mismo año, el Tribunal Supremo del mismo país legalizó la práctica del aborto en su sentencia del polémico y manipulado caso de Roe vs Wade.
Hoy, 46 años después, la Cámara Alta de Alabama ha dado el primer paso para poder ir cerrando la enorme grieta que destruyó la protección de la vida de los más inocentes de todos los humanos: los que están por nacer.
El proyecto aprobado por el Legislativo de este estado norteamericano prohíbe el aborto con la única excepción del riesgo para la salud de la madre. El revuelo que ha causado dicha decisión entre los sectores proabortistas es más que notable, siendo la prohibición del aborto para los casos de violación el punto que aglutina más críticas y muestras de odio.
En este punto, me viene a la cabeza la conversación que tuve con la argentina Karina Estrella Etchepare hace tan solo un par de meses, cuando coincidimos en la rueda de prensa para la Marcha Sí A La Vida 2019 en Madrid. Karina es hija de una madre violada a los 14 años. Su vida, ciertamente, no ha sido fácil, y su crianza y desarrollo ha sido posible gracias a personas buenas y a la institución de la adopción. Karina es feliz, está casada y tiene hijos, y para su madre únicamente tiene palabras de admiración y de sincera gratitud.
“Mi madre decidió que yo no tenía la culpa de que mi padre fuese un criminal, que sería tremendamente injusto e inhumano que yo pagase su crimen con mi muerte. Cuando voy andando por la calle, me veo igual de humana que el resto de personas, mi corazón late igual que el del resto de personas, estoy viva, soy feliz”, me decía
Ante su cara, su mirada, su voz y sus palabras, es aún más inhumana la postura de quienes sí defienden que la vida de una persona inocente vale menos (vale nada) que la de otra cualquiera por el mero hecho de que su padre cometió un crimen.
Hay esperanza, estamos ante un cambio de mentalidad que será largo y exigirá compromiso y valentía. Entre todos podemos adelantar el momento en que se empiece a estudiar en los libros de Historia la permisividad y actitud ante el drama del aborto de nuestra sociedad como uno de los episodios más negros, si no el que más, de nuestra época.
Millones de personas inocentes que nunca pudieron tararear Sweet Home Alabama, porque ni siquiera se les permitió nacer, tampoco podrán celebrar hoy que otros millones de inocentes sí puedan, a partir de ahora, tener por lo menos la posibilidad de contemplar los cielos tan azules de Alabama (“where the skies are so blue”, como dice la canción).
Celebrémoslo nosotros por ellos. Por nosotros. Por Justicia, por Humanidad, porque estamos vivos.
Javier Rodríguez
Director del Foro de la Familia