Hace unos días he conocido que se ha presentado en el Congreso de los Diputados la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. Después de haber leído su contenido, me pregunto ¿por qué los legisladores, antes de ponerse de acuerdo en la iniciativa legislativa en materia de derechos y garantías en el proceso de morir que aún tienen entre manos, proponen otro proyecto de ley? ¿Por qué no acaban con una, antes de empezar con otra? ¿No sería mejor que todos los parlamentarios llegasen a un consenso para garantizar el alivio del sufrimiento de las personas en su trayecto final de la vida, antes de comenzar a debatir una ley para eliminar a las personas que sufren?
Considero que aprobar una ley que ponga en negro sobre blanco los derechos y las garantías de las personas en el proceso de morir es una oportunidad decisiva para garantizar la asistencia a los enfermos en situación clínica de terminalidad. Es una oportunidad porque en la sanidad española existe un déficit importante en cuanto a la atención al final de la vida se refiere. Según los últimos datos, 308.000 pacientes y sus familias necesitan atención paliativa cada año en España; se estima que de éstos, al menos 75.000 pacientes necesitan cuidados paliativos avanzados y no los reciben, muriendo por tanto con un sufrimiento intenso y evitable.
Los profesionales de los cuidados paliativos hemos denunciado los siguientes déficits: desigualdad en la prestación de cuidados paliativos tanto entre las Comunidades Autónomas como dentro de cada una de ellas; desigualdades en la legislación autonómica sobre la atención al final de la vida; falta de acreditación profesional específica; problemas en el acceso a cuidados paliativos pediátricos; y deficiente formación universitaria a los futuros profesionales.
La universalización de los cuidados paliativos haría innecesaria, por el momento, la legislación sobre la eutanasia.
El panel de expertos para el alivio del dolor y cuidados paliativos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya en 1990, estableció que los gobiernos deben asegurar que han dedicado especial atención a las necesidades de sus ciudadanos en el alivio del dolor y los cuidados paliativos antes de legislar sobre la eutanasia. Este comité de expertos llegó a la conclusión de que, con el desarrollo de los cuidados paliativos, cualquier legislación sobre la eutanasia es completamente innecesaria. Por lo tanto, un Gobierno que antes de desarrollar programas de cuidados paliativos acometa una legislación sobre la eutanasia comete una frivolidad y hasta una irresponsabilidad.
La legalización de la eutanasia, desde mi punto de vista, no aporta nada para el alivio del sufrimiento del enfermo que no pueda aportar un buen control de síntomas en el lugar que él desee, en el hospital o en su domicilio, acompañado por sus seres queridos, disponiendo de los profesionales cuando los necesite para aliviar cualquier tipo de sufrimiento (físico, emocional, social o espiritual), con tratamientos específicos y con la energía necesaria, evitando aquellos tratamientos que le hagan sufrir más que la propia enfermedad y disminuyendo su consciencia con la sedación cuando sea necesario. Todo ello, teniendo en cuenta siempre los deseos del enfermo. Es decir, una atención integral de la persona con los cuidados paliativos.
Reconozco que pueden darse casos en que, a pesar de ofrecerles unos adecuados cuidados paliativos, persistan en su petición de la eutanasia, pero una legislación no debe plantearse a partir de casos límite.
La tentación de la eutanasia como solución precipitada se da cuando un paciente solicita ayuda para morir y se encuentra con la angustia de un médico que quiere terminar con el sufrimiento del enfermo porque lo considera intolerable y cree que no tiene nada más que ofrecerle. Creo que el verdadero fracaso de un médico es tener que admitir la eutanasia como solución alternativa al alivio de los síntomas, al acompañamiento terapéutico y a la comunicación.
Considero que la legalización de la eutanasia sería una solución innecesaria para un problema que, en algunos lugares de nuestro país, está sin resolver por la inequidad asistencial en cuidados paliativos.
Por otro lado, el debate de la eutanasia polariza a la población y ocupa muchas páginas en la prensa y discusiones entre los poderes políticos, centradas demasiado en la reivindicación de un derecho a la eutanasia, mientras se descuida otras prestaciones que deben ser prioritarias como son los cuidados paliativos.
Desear tener una buena muerte, morir bien, es una legítima aspiración de toda persona y es por ello por lo que los profesionales de la salud estamos obligados a ayudar a nuestros enfermos a que mueran bien, sin sufrimiento. Para ello, no debemos precipitar deliberadamente su muerte, pero tampoco debemos prolongar innecesariamente su agonía, sino que debemos ayudar a no sufrir mientras llega su muerte.
Artículo publicado en El Correo
Dr, Jacinto Bátiz
Secretario de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC)
Director del Instituto de Sensibilización, Formación, Investigación e Innovación para cuidar mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurce (Vizcaya)