Con carácter general, procura recibir a tu hijo o hija cuando regresa de sus primeras nocturnas de fin de semana. A veces, basta una mirada para ver que todo ha ido bien y demostrar así a tu hijo tu interés por la salida. Además, esta conducta tiene un efecto preventivo por sí misma porque tu hijo tendrá cuidado de no beber o tomar otras sustancias si sabe que va a estar contigo solo un rato más tarde en casa.
- Habla con él/ella de la salida.
Al día siguiente, trata de hablar sobre la salida para que te cuente anécdotas o valoraciones. Muéstrate abierto al diálogo, disponible y hasta curioso. Puedes preguntarle cómo pasó la noche, sobre amigos concretos que asistieron a esa fiesta, sobre conductas específicas o si se produjeron hechos o circunstancias agradables o desagradables, pero nunca invasivo o insistente. Si tu hijo evita hablarte de cómo ha transcurrido la noche anterior, respétalo. Pero transmítele que estás disponible por si cambia de parecer. Y no te preocupes, si estás atento encontrarás numerosas oportunidades en los días siguientes de retomar el tema.
- ¿Qué hacer en caso de no haber respetado las normas?
Si tu hijo o hija no ha respetado las normas establecidas, debes adoptar una respuesta clara, explícita e inmediata.
En el supuesto de que haya incumplido la hora de regreso establecida, hazle saber que estabas preocupado y déjale constancia del retraso. Recuérdale que utilice el móvil cuando surja cualquier imprevisto y emplázale a tratar el tema al día siguiente. No tiene sentido tratar este tema en circunstancias tan poco idóneas pues las discusiones atropelladas por la noche no suelen ser productivas.
De igual modo, si percibes que tu hijo está bajo los efectos del alcohol u otra sustancia pero no se encuentra en una situación de peligro, es inútil hablar en ese momento. Hazle saber que tienes conciencia del estado en el que ha llegado y muéstrale enfado y disconformidad, pero espera al día siguiente para abordar el problema.
A la mañana siguiente, cuando esté ya recuperado, lo primero es preguntarle cómo se encuentra, mostrarle que estáis preocupados por su salud e intentar indagar en qué ha consistido el consumo: qué ha consumido, si lo había hecho antes, si ha sido algo puntual, en qué circunstancias se ha producido…
Si valoras que exissten indicios o constatas cambios de comportamiento consistentes, plantéale la necesidad de afrontar el tema entre todos y buscar ayuda especializada.
En cualquiera de los dos supuestos, haba con tu adolescente de la norma que ha transgredido basándose en los hechos concretos de la noche anterior, no en valoraciones ni extrapolaciones de los mismos. Dale la ocasión de explicarse y, una vez haya terminado, exponle tu propio punto de vista. Para hacerlo, ten en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Escúchale desde el punto de vista de su hijo, no desde el tuyo propio.
- Evita acusarle, despreciarle o descalificarle pero, eso sí, manifiéstale tu desacuerdo y desaprobación ante lo acontecido.
- Usa mensajes «yo» para comunicar lo que piensss y lo que sientes.
- No hagas de este problema una cuestión personal. Demuéstrale que estás disgustado con el hecho y con el incumplimiento que supone, no con él como persona.
Finalmente, es necesario que exista una sanción relacionada con la norma o límite que se ha transgredido. Déjale claro que las libertades y privilegios se ganan con responsabilidad y que se pierden del mismo modo, esto es, cuando no se demuestra la capacidad de gestionarlos. Un modo de sancionar un retraso horario sería el retrotraerle a un horario anterior: «Cumplías perfectamente cuando regresabas a las 22.30h. Si no eres capaz de asumir tu compromiso de regresar a las 23h, supongo que te parecerá coherente volver al horario anterior».
Lógicamente, sea cual sea la sanción, debe ser aplicada del modo más inmediato posible para que el adolescente la asocie al hecho y cumplirla así efectivamente. No olvidemos que la eficacia de las normas se reduce cuando las transgresiones quedan impunes.
Artículo cedido por CONCAPA.