En los últimos años, se expone mucho en los medios de comunicación, por parte de todo tipo de personas, la idea que “cómo van a tener más hijos los españoles, con las dificultades económicas que ha habido con la crisis y que aún persisten para muchos en estos años de post-crisis”. Lo cierto es que la fecundidad de los españoles contemporáneos es bajísima, vaya bien, mal o regular la economía.
Los datos reales lo certifican de manera irrefutable. La siguiente gráfica muestra la fecundidad de los españoles en los años previos a la crisis (2002 a 2007), durante ella (2008 a 2013-2014), y tras ella (2015 a 2017). En paralelo, se da una estimación del crecimiento del PIB por español en el período en que fueron concebidos los niños nacidos cada año (entre finales de marzo del año previo y finales de marzo del año en cuestión, salvo los prematuros o de embarazos muy prolongados). La correlación matemática entre ambas series es nula, algo que por inspección visual se aprecia igualmente.
NB-1. En 2008 hubo un pequeño repunte de fecundidad, probablemente debido a que fue el primer año cuyos bebés fueron concebidos sabiendo sus padres que cobrarían el “cheque bebé” de 2.500 euros. Pero ese efecto se agotó en un año, ya que en 2009 la fecundidad fue idéntica a la de 2007. Y luego, cuando se quitó el “cheque bebé” (con retirada efectiva desde finales de 2010, y anunciada en mayo de 2010) no se notó apenas la cosa, porque en 2011 la fecundidad fue solo 0,01 hijos por mujer inferior a la de 2010.
NB-2. En las gráficas se dan datos solo de los residentes en España con nacionalidad española, porque además de ser la gran mayoría de la población, sociológicamente, son mucho más homogéneos que los residentes extranjeros -de múltiples procedencias y raíces culturales-, y sus pautas sociales son asimismo mucho más estables que las de los foráneos, al no estar los españoles en proceso de adaptación a una sociedad distinta a la suya de nacimiento.
La conclusión es clara: el factor económico NO es el principal determinante de la terriblemente baja tasa de fecundidad de los españoles. Por lo tanto, aunque las medidas de compensación y estímulo económico a la natalidad sean socialmente justas y necesarias, el grueso de la solución a nuestro problema de falta de nacimientos deberá basarse en abordar otros factores, entre los que cabría mencionar los siguientes: en general, el prestigio social de la maternidad, y el deseo de los adultos jóvenes de formar familias y tener niños, son ahora muy inferiores a los “de toda la vida”; la creciente desestructuración familiar; las dificultades de compatibilización entre la vida laboral y familiar; tenemos el primer hijo a edades cada vez más avanzadas; nuestras autoridades, el mundo académico y la sociedad civil no dan apenas importancia al gravísimo problema español de baja natalidad; etc..
Si fallamos en el diagnóstico del problema, no podremos solucionarlo. Para diagnosticarlo bien, así como para concebir soluciones eficaces y económicamente viables, hay muchos datos disponibles, como los de la gráfica anterior, cuya elocuencia es innegable, y faltan otros que se deberán recopilar y analizar, si hay verdadera voluntad de lograr que repunte de forma apreciable la natalidad, algo que los españoles necesitamos de manera perentoria, para escapar de la pendiente hacia el abismo demográfico por la que transitamos desde hace varias décadas por la escasez de nacimientos.
Alejandro Macarrón Larumbe
Ingeniero y consultor empresarial
Director de la Fundación Renacimiento Demográfico